Cuando todavía está por universalizarse completamente el 5G, ya empieza a hablarse de la sexta generación de la telefonía móvil. El 6G promete mayor velocidad en la descarga de datos y menos latencia y, por lo tanto, menos retardo en el flujo de la información. Todo indica que será el estándar que dispare definitivamente las posibilidades del IoT, la conducción asistida o las ciudades inteligentes.
Como su nombre indica, el 6G es la sexta generación de la telefonía móvil. O, de forma más general, de las comunicaciones móviles. Antes hubo un 1G, 2G, 3G, 4G y 5G. Y también algunas etapas intermedias. Este nuevo estándar reemplazará al 5G, que en España cubrirá todo el territorio del país en el año 2025, según las previsiones del Gobierno. Y al 5G+ o 5G avanzado, una variante más pensada para empresas y que las principales operadoras están ofreciendo ya a nivel comercial.
Cada nueva generación de telefonía móvil supone ha supuesto más velocidad en la transmisión de los datos y también una reducción de la latencia en las conexiones. Es decir, un menor tiempo en la transferencia de los paquetes de información por la red, lo que acelera, por ejemplo, la descarga de páginas y aplicaciones, y minimiza los molestos saltos en un videojuego online.
También, cada avance de los estándares de conexión permite tener más dispositivos conectados a una misma antena sin que esta se sature. Y una reducción de la cantidad de energía consumida por la propia red de comunicaciones. Estos desarrollos son los que han hecho posible que hoy podamos tener una internet móvil ultrarrápida y estable incluso cuando viajamos o estamos en movimiento. O en lugares concurridos.
En el caso del 5G, las coberturas y velocidades de descarga dependen de la naturaleza de la red sobre la que se asienta la conexión. Pero, de forma general, se puede decir que este estándar permite velocidades de descarga de datos de hasta 20 Gbps y una latencia de tan solo un milisegundo. Esto supone multiplicar por más de 100 las posibilidades del estándar anterior, el 4G LTE.
Y ya se sabe que el 6G podría multiplicar por cinco la velocidad máxima de transmisión del 5G, hasta llegar a los 100 Gbps. Aunque no se descartan picos de hasta 1.000 Gbps o, lo que es lo mismo, un terabit por segundo (1Tbps). También parece muy probable que la latencia se reduzca a 0,1 milisegundo, es decir, 10 veces menos que la actual que ofrecen las redes 5G.
La conectividad 6G promete un mundo de hologramas y realidades virtuales muy afinadas. También supondrá un salto para el internet de las cosas (IoT), la computación en la nube y la inteligencia artificial, pues será capaz, por ejemplo, de servir algoritmos de forma personalizada en función de la ubicación y las circunstancias de cada usuario
El paso del 5G al 6G supondrá la llegada de la “era del holograma”, que facilitará una conexión más estrecha entre el mundo virtual y físico. Así, nadie descarta que las actuales reuniones por videollamada de la actualidad sean sustituidas por encuentros donde los interlocutores estén presentes en forma de imagen tridimensional proyectada en el aire. Es lo que otros llaman “holotransporte”, consistente en la transmisión de hologramas de alta resolución a través del móvil.
La infraestructura de red presidida por el 6G también dará la posibilidad de crear gemelos digitales de alta resolución, que nos permitirán acceder con nuestros avatares a un mundo digital paralelo, a dispositivos de realidad mixta e incluso a entornos de videojuegos utilizando la realidad virtual, en tiempo real y con otros jugadores.
Precisamente, una velocidad de transferencia de la información tan alta, unida a una latencia de 0,1 milisegundos, hará que la comunicación instantánea entre cualquier cosa sea posible con el 6G. No es probable que el 6G sustituya al 5G en las comunicaciones entre smartphones, por lo menos en una etapa inicial. Todo indica que ambas tecnologías convivirán, y el 6G se desplegará de forma específica en aplicaciones concretas del ámbito industrial y militar, como la gestión de sistemas de reparto con drones.
También el 6G será una solución ideal para sectores que necesitan unas comunicaciones prácticamente en tiempo real, como los de medicina, conducción asistida o ciudades inteligentes. Asimismo, permitirá la expansión de aplicaciones de realidad aumentada y virtual, muy intensivas en el proceso de datos, y llevará definitivamente la inteligencia artificial a la propia gestión de las redes móviles.
Los expertos están convencidos de que avances como la sexta generación de conectividad móvil dará lugar al “internet de los sentidos”, nuevo mantra asociado a la realidad extendida. Una forma de romper la barrera entre lo virtual y lo real, y de conseguir que la inmersión de los usuarios sea completa en proyectos como los del metaverso
En el ámbito del internet de las cosas (IoT), que tantas aplicaciones tiene en sectores como el mantenimiento, la agricultura o el suministro energético, la aparición de las redes 6G supondrán también un salto significativo. Y es que si las redes 4G soportan hasta 100.000 dispositivos o sensores por kilómetro cuadrado y el 5G permite llegar al millón, la próxima generación de telefonía móvil llevará esta cota a los 10 millones de dispositivos.
Algunos estudios avanzan que el 6G acelerará el proceso de popularización y conversión en servicio público de la inteligencia artificial. Por ejemplo, en el caso del coche autónomo, las redes 6G asignarán el algoritmo de IA más adecuado en función de la ubicación del vehículo y su entorno físico. También el binomio de IA y 6G va a dar lugar a experiencias de realidad virtual más personalizadas y envolventes. En este caso, la IA analizará en tiempo real el comportamiento y las preferencias del usuario, lo que permitirá adaptar el contenido y las interacciones a sus necesidades específicas. Esto proporcionará una experiencia más atractiva y significativa, donde el usuario se sentirá parte activa del entorno virtual.
La combinación de 6G y cloud también dará lugar a un fuerte avance en áreas como la salud, la educación o la fabricación. La baja latencia del 6G hará más factibles las cirugías asistidas por robots controlados a distancia. En el ámbito industrial, también facilitarán el mantenimiento predictivo y una producción más eficiente gracias al intercambio de datos de miles y millones de sensores. Y en el mundo de los videojuegos, permitirá a millones de gamers que sus dispositivos interactúen de forma más fluida y precisa con la infraestructura de red y los centros de datos. Lo que hará que los juegos en la nube sean más inmersivos y rápidos
Se habla mucho de las ventajas que tendrán las telecomunicaciones bajo el estándar 6G, pero también conviene reseñar algunos de sus inconvenientes.
A medida que la tecnología avanza, también se presentan nuevos desafíos en cuanto a la privacidad y seguridad de los datos. Con el 6G, será crucial abordar esos desafíos para garantizar la confidencialidad de la información de los usuarios. La multiplicación, por ejemplo, de dispositivos y sensores en un área determinada supondrá también una ampliación de la llamada superficie de ataque. Y que la conectividad se extienda a ámbitos tan sensibles como el coche autónomo o la atención médica también supondrá un quebradero de cabeza en términos de ciberseguridad.
En un contexto de crisis energética y climática como el que vivimos, este aspecto será seriamente valorado por gobiernos, ciudadanos y empresas. Cada avance en el ámbito de las comunicaciones ha traído muchas ventajas, pero también la instalación de más antenas, la proliferación de más dispositivos y por lo tanto una mayor demanda de tierras raras y minerales, o la necesidad de contar con centros de datos más potentes y demandantes de recursos escasos como el agua.
Con cada nueva generación de redes móviles, pueden surgir problemas de interoperabilidad entre dispositivos y redes antiguas. Esto significa que los dispositivos más antiguos podrían no ser totalmente compatibles con el 6G, lo que daría lugar a una brecha digital.
El despliegue de una nueva generación de redes móviles como el 6G requerirá una inversión significativa en infraestructura y tecnología. En consecuencia, es previsible que suba el coste de los servicios para los usuarios.
Las posibilidades del 6G para comunicar mejor y más rápido son enormes. Pero también preocupa a algunos expertos el uso que puede tener esta tecnología para propósitos no tan nobles. Por ejemplo, con las conexiones 6G se podrán gestionar ejércitos de miles o millones de drones de vigilancia, lo que perjudicará a los ciudadanos de países autoritarios donde no haya una limitación estricta de estos usos.
Todavía no se ha definido el estándar del 6G. Y tampoco se conocen las bandas de espectro que utilizará esta conexión para transmitir los datos. Pero parece probable que su comercialización empiece en torno al año 2030.
A principios de 2023, con el 5G todavía en pañales en muchos países, Corea del Sur ya se planteaba lanzar la primera red 6G del mundo en 2028. El plan coreano era poner en marcha un programa piloto en 2026, con una inversión de 150 millones de euros. Y en China están previstos los primeros ensayos en 2026.
Aunque todavía faltan años para la llegada del 6G, desde hace tiempo se habla del estándar de telecomunicaciones que viene después: el 7G. Como en avances anteriores, se trata de una tecnología pensada para elevar el caudal de datos que se transmiten y también minimizar el retardo o latencia de la conexión gracias al uso de frecuencias más altas.
Como factor diferencial, la infraestructura de 7G podría tener la capacidad para decidir el lugar de la red o el dispositivo más adecuado para que se produzca la computación. Esto tendrá enormes beneficios para el desarrollo de la domótica, por ejemplo. Eso sí, al 7G le faltan como poco 20 años para convertirse en una realidad comercial.