En los últimos años, hemos incorporado el término “inteligente” (Smart en inglés) a objetos o realidades tan cotidianas como un reloj, un teléfono o incluso a toda una ciudad y de este modo, emplear “Smart cities” o “Ciudades Inteligentes” cada vez es más común. Pero, ¿realmente sabemos qué son y qué supone una Smart city?
Las ciudades así denominadas se basan en un desarrollo sostenible y en el empleo de la innovación y la tecnología para gestionar y para la prestación de distintos servicios. Emplear estas tecnologías permite que todas las áreas vinculadas con la organización de una ciudad estén conectadas y eso da como resultado más eficacia y mejora en la prestación de servicios.
Esta innovación se basa en el uso de plataformas tecnológicas, software y hardware, que permiten el intercambio de información o de datos, lo que da como resultado una centralización de toda la organización de la ciudad. Dentro de los sistemas de las Smart cities también se encuentran tecnologías como:
Además de aportar toda una serie de ventajas para la administración o las empresas, también lo supone para la ciudadanía ya que se incrementa la calidad de los servicios públicos, la facilidad y transparencia de las gestiones con la administración pública, así como la agilidad en todos los trámites burocráticos.
A estas innovaciones tecnológicas que está implementando la administración pública, se le están sumando cada vez más empresas y organizaciones que ofrecen servicios complementarios que se integran a los públicos dando, así como resultado colaboraciones público-privadas que son muy beneficiosas para ambos sectores.
Alguna de las ciudades que se pueden considerar “más top” dentro de las Smart Cities son las siguientes:
En España, además de Barcelona, podemos destacar también Madrid, Vitoria y Pamplona como ciudades que buscan desarrollar estas tecnologías para mejorar la calidad de vida de sus habitantes
La pandemia de la COVID-19 trajo consigo toda una serie de cambios que supusieron, casi de un día para otro, que pensásemos en nuevas formas de vivir nuestras vidas.
El sector sanitario vio cómo, además de enfrentarse a la enfermedad, debía acelerar su transformación digital para permitir, entre otras cosas, la atención virtual.
Así pues, uno de los campos en donde más relieve ha tenido y está teniendo la implementación de estas herramientas es en los ámbitos sanitarios. Las historias clínicas electrónicas ya nos resultan familiares y cada vez hay más servicios médicos nuevos a los que podemos acceder incluso desde nuestro móvil, esta serie de innovaciones es lo que conocemos como salud electrónica o e-health.
Este concepto se está desarrollando, en la actualidad, de una forma paralela al de las Smart cities, dentro de esa idea de ir mejorando la calidad de vida de sus habitantes a través de distintos parámetros entre los que está, sin duda, el de la salud.
Tal y como hemos explicado las ciudades inteligentes cuentan con sensores de todo tipo que aportan datos sobre la temperatura, la humedad, la contaminación, estado del tráfico y un largo etcétera de informaciones que permiten configurar lo que se considera el contexto de la ciudad en la que cada persona lleva a cabo distintas tareas y tipos de vida.
Si estos datos se emplean de la manera adecuada, se pueden crear aplicaciones de salud cada vez más personalizadas ya que se están adecuando al contexto de cada persona en cada ciudad. Es decir, si combinamos las aplicaciones de e-health con los datos que nos aporta una Smart city obtendremos lo que se conoce como Smart- health, lo que conlleva el manejo y la gestión del Big Data en las empresas de salud.
Esta “salud inteligente” se refiere, por tanto, al uso y aplicación de diversas herramientas e infraestructuras de tal manera que, combinando las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), la información y sus teléfonos móviles o dispositivos de los pacientes, se pueda tener un mejor control sobre su salud.
En una sociedad como la nuestra en la que la población cada vez fallece más tarde y nuestra esperanza de vida es mayor, el concepto de Smart health ayudaría a mejorar el sistema sanitario público y privado porque permitiría, entre otras cosas, menos consultas presenciales o más prevención, todas ellas cuestiones que abarataría los costes sanitarios. El poder adecuar los tratamientos a cada persona no solo ayudaría a tratar las enfermedades sino a prevenirlas, algo fundamental para minimizar el gasto sanitario.
Son muchos los ejemplos que pueden ponerse. Así, si una persona que sufre de alergias recibe en su móvil información sobre la concentración de polen o de otros elementos, podrá prevenir posibles ataques alérgicos o estar al tanto de cuál es la farmacia o centro de salud más cercano, así como evitar las zonas donde haya mayor concentración de estos alérgenos; o para aquellas personas con deterioro cognitivo existen aplicaciones que detectan si se han alejado de su zona y llaman a la persona que esté al cuidado.
El avance tecnológico que debía llevar a cabo el sector sanitario planteaba también el reto de conseguir equipos eficientes que pudieran ofrecer estos nuevos servicios a los pacientes.
Es en este contexto cuando la tecnología del Internet de las cosas (IoT), se vio como un elemento clave para el desarrollo de la Smart Health. Esta tecnología que integra dispositivos y sensores conectados a la red, permite que se puedan recopilar datos en tiempo real, algo que, como acabamos de señalar, es fundamental para conseguir una salud inteligente lo más efectiva posible.
Los dispositivos IoT pueden detectar, visualizar, recopilar y compartir datos y la conexión o comunicación con otros dispositivos puede hacerse a través de Bluetooth, ZigBee, Z-Wave, WiFi y RFID. Los datos que se recogen sirven para la clasificación de enfermedades o la monitorización de pacientes ya que los sensores conectados al paciente permiten ir obteniendo datos que ayudarán a que los equipos médicos tomen decisiones sobre un paciente. Por lo tanto, contar con unas redes de alta velocidad 5G, bien por Wi-Fi o bien por internet satélite de alta velocidad, será una de las cuestiones más importantes a la hora de implementar estos sistemas de salud inteligente como también lo son los servicios cloud ya que permiten un acceso eficiente y seguro a los datos, además, permite un almacenamiento eficaz.
Todos estos datos a los llevamos haciendo referencia desde el inicio se almacenan, se documentan o se incluyen en grandes listados repartidos por todo el mundo, esto es lo que conocemos como Big Data. Ponemos nuestros gustos, nuestras preferencias o nuestros miedos en esa inmensidad de datos y esto que permite que las decisiones que toma una organización, empresa o administración vayan ya dirigidas a un sector concreto, un público específico o a una estrategia determinada.
En un contexto así, es fundamental que se sepa qué hacer con estos datos y de ahí que la figura del analista de datos y del Business Intelligence sean claves. En este mercado las soluciones SAP son las más extendidas y tanto es así que SAP adquirió una empresa dedicada al análisis de datos a través de inteligencia artificial: Kausa.ai.
La Inteligencia Artificial está siendo uno de los motores de cambio del sector del análisis de datos y, sin duda, esto se vinculará también tanto con las ciudades como con la salud.
En síntesis, la integración de las tecnologías IoT junto con servicios 5G o Wi-Fi es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de unos servicios sanitarios inteligentes que, además, aumentarán la eficacia del análisis de sus datos gracias a la IA.
En Gigas somos conscientes de la importancia de cuidar la calidad de vida de las personas y, en consecuencia, ofrecemos servicios que se alinean con estas tecnologías y que aseguran un proceso de desarrollo tranquilo tanto de las Smart Cities como de la Smart Health.
Debemos, en este apartado, detenernos en las conocidas como las Smart Health Card o tarjetas de salud inteligentes que son versiones impresas o digitales del historial médico de cada persona y en las que se incluyen también resultados de pruebas o las vacunas que se han puesto. Estas tarjetas, con importante desarrollo en Estados Unidos, permiten tener a mano una copia de nuestros historiales médicos importantes y compartir esa información si es que queremos o necesitamos hacerlo. Estas Smart Health Card contienen un código QR seguro y pueden guardarse digitalmente o imprimirse en papel. Sirva como ejemplo decir que Apple las ha adoptado a su aplicación de salud Health App para poder compartir datos con quien consideremos y que en California emplean estas tarjetas de salud para tener un registro de las vacunaciones contra la COVID-19.
Estas tarjetas, frente a otras tarjetas digitales, son gratuitas y no están vinculadas con una organización concreta o con una entidad gubernamental, sino que se crearon con el fin de facilitar el acceso a las personas a sus historiales médicos.
Sin duda, una de las preguntas que puede venir a nuestra cabeza al leer y ver estos avances, es ¿y la seguridad de mis datos? ¿Hay algún código que regule el tratamiento de los mismos?
Las primeras versiones del código de conducta para aplicaciones móviles de salud se prepararon tras la consulta del Libro Verde sobre la salud móvil en 2014 en el seno de la Comisión Europea. Esta consulta ya puso de manifiesto que una gran parte de las personas no confían en sus aplicaciones móviles de salud por el tema de la privacidad o del uso de sus datos. Por ello, la Comisión Europea pidió que se elaborara un código de privacidad cuyo objetivo fundamental era el de dar confianza a los usuarios al tiempo que daba una ventaja competitiva a quienes se inscriben en él.
Fue en abril de 2015 cuando se empezó a desarrollar el texto del código por un equipo de trabajo. La Comisión Europea proporcionó apoyo y supervisó este trabajo que incluía la App Association (ACT), App developer Alliance, Apple, COCIR, Digital Europe, ECHA, DHACA, EFPIA, Google, Intel, Microsoft, Qualcomm y Samsung.
Tras una primera versión del trabajo en junio de 2016, se reelaboró y se presentó formalmente el 7 de diciembre de 2017, pero no fue aprobado por considerar que había aspectos que no se recogían vinculados con la protección de datos.
En el borrador actual del Código se recoge una especie de guía práctica para los desarrolladores de este tipo de aplicaciones sobre los principios de protección de datos. En ella se recogen temas como el consentimiento del usuario, la limitación de la finalidad y minimización de los datos, la privacidad por diseño y por defecto, los derechos de los interesados y requisitos de información, la retención de datos, las medidas de seguridad, la publicidad en aplicaciones móviles de salud, el uso de datos personales para fines secundarios, las transferencias de datos, la violación de datos personales o los datos recopilados de niños.
Como hemos ido viendo, son muchas las innovaciones que se están implementando en la Smart Health y que están redundando en la mejora de la calidad de vida y la salud de las personas.
Queremos destacar la aplicación que lanzó, Data IQ México, sobre la tecnología Cloud Datacenter de Gigas, y que servía para tener una medición con la información actualizada de los casos de COVID19 en México empleando los datos que la Secretaría de Salud de México facilitaba.
Este partner de Gigas consiguió, en poco tiempo, desarrollar esta herramienta tan útil en los peores momentos de la pandemia. Para ello se basó en la tecnología Qlik Sense que permitía observar en tiempo real los casos de contagio, de fallecimiento o datos demográficos que permitían ir haciéndose un mapa de lo que estaba ocurriendo.
El futuro, por tanto, parece augurar muchos avances en este campo que también tiene retos pendientes como la creación de un sistema IoT que pueda gestionar gran cantidad de datos cuidando todos los aspectos básicos de la seguridad como la confidencialidad de los datos, la autorización y la autenticación.
Sin duda, veremos cómo los hospitales inteligentes podrán llegar a ser parte de un ecosistema más amplio e interconectado que podrá ayudar a conseguir objetivos sanitarios tanto en materia de salud de la población como de prevención.
Mientras tanto, ya saben…”Tengan cuidado ahí fuera”